26 de febrero de 2008

Algo falta


Uno

Es claro que todo cambia, que lo único constante es el cambio; pero qué dificil es adaptarse a él. Pierdo a cada paso mi pasado. Leí hace poco que el hombre maduro es aquel que pierde lo anterior para mutar en otro, aceptar ese cambio y dejar que se pierda. No sé si sea inmadurez, pero yo me resisto a perder. Me gustaría que ambas partes ganaran; mas nunca es así.

Dos

En el departamento existe un gran ventanal que da a la avenida de los Castillos. Desde ese punto observo a la gente pasar, moverse. De noche observo el lento movimiento estelar, los rasgos del edificio de la otra esquina, entonces una sensación me dice al mismo tiempo "ven, ven" y allá que voy y allá que me despeño.

Tres

La música de Frank resuena por la mañana en mi cabeza cuando voy al trabajo, pausada como el tren que se detiene en cada estación. La escucho hasta llegar a la oficina y decir "buen día", luego sonrio y me siento y pongo los codos en mi escritorio y pienso.
De vuelta a casa, leyendo con mucho esfuerzo algún libro en el trayecto, pienso en llegar pronto y tomar un descanso de media hora antes de comer, luego enciendo el ordenador/computadora y reviso el material pendiente y tomo notas y luego me distraigo: algo falta, siempre algo falta ¿Dónde está, dónde que no lo encuentro?

Cuatro

Muchas veces abandono la investigación y me pierdo en tonterías, en lecturas con las cuales quiero llenarme, sentir ese vértigo que no consigo. También sé que no me esfuerzo demasiado, que me aletargo, que me disperso. Y busco nuevamente y sé que necesito más entrega, que necesito más pasión en lo que hago y comienzo una vez más y entonces se hace tarde, es hora de dormir para levantarse temprano al día siguiente.

Cinco

Por la mañana olvido todo lo que pensé del día anterior y entonces regresa Frank y vuelvo a sentir esa pesadez en mí.
Algo falta, sé que algo falta, ¿dónde estás, dónde que no te encuentro?

24 de febrero de 2008

20 de febrero de 2008

Poética en ciernes

No es que la poesía sea desdeñosa, es que no es a ella a quien pretendemos poseer. En nuestro delirio creemos tener sentimientos por ella, pero en realidad es hacia nosotros. Todo lo que pensamos, lo que creemos pensar, no es debido a ella sino a lo que nosotros poseemos, nos pensamos a nosotros mismos creyendo que idolatramos la Poesía. Por eso, dominados por una neurosis lo que atraemos en realidad es la imagen o representación de nosotros mismos, no a la Poesía. Al convocarnos como instrumento nos delineamos de tal manera que lo único que pasa por nuestra mente son las actitudes que tienen tales formas, formas se derivan de nuestro ego y no de la poética que queremos percibir, puesto que, la poesía escapa a la lógica y al entendimiento dado por el ego. Éstos, la lógica y el entendimiento, son limites para la percepción poética y al usarse lo que recibimos son nuestras actitudes mundanas.

19 de febrero de 2008

Poética en ciernes

Al cabo de mucho tiempo las ondas sonoras fueron introduciéndose en mí colmando cada rincón vacío. Fue un error haber querido poseer otro ritmo. Ahora que escucho otra melodía, sé que no debí caer en la desmesura. Sólo miré enormes letras, signos, pero no una voz, una verdadera voz. No la vi a ella, como diría JRJ, mire sólo su ropa elegante, su mirada seductora, pero no a ella. Ignorante de los hechos creí que cuanto más le obsequiase con mayor gusto ella vendría a mí. Pensé que cómodamente vendría a mis brazos y seríamos felices, ella en mí y yo en sus cuerdas. Nunca comprendí su alejamiento. Mi obsesión por ella era evidente a los demás, no para mí que seguía cortejándola con juegos grotescos.
Así la poesía se aleja. Y he comprendido que no debí agobiarla, no debí forzarla. Mi relación con ella, debe ser agradable, natural, para que como dos amantes embriagados descubramos la intuitiva palabra que nos vuelvan a reunir.

18 de febrero de 2008

Poética en ciernes

Hace días me sentí asfixiado por unos versos sosos, muy de "la calle", a tal grado que me puse a reflexionar el por qué de la poesía, el significado de ser poeta, pues muchos antes que yo se han preguntado lo mismo y han dado con respuestas diversas, algunas desde luego drásticas: el poeta no vale para nada pero le da significación al mundo, el poeta es un rebelde por naturaleza y sin él el mundo no se puede renovar.
Legados de la tradición romántica según Paz. Sin embargo, creo que ahora el poeta vive sin la necesidad de crear personajes ficticios ni poses. La pose es un artificio del hombre, una máscara, somos lo que creemos que somos. Eso me hizo pensar en un poeta que ha escrito no versos miserables, pues es admirable la emoción contenida en esas letras, pero no demasiada. No existe en ellos la tensión que rompa la temporalidad. Las líneas siguen tirando hacia delante y me aventuro a decir que no existe el poeta de esta generación que nos revele aspectos desconocidos de nuestra vida.

15 de febrero de 2008

Poética en ciernes

A veces me pregunto si vale la pena continuar machacandose los ojos, los dedos, los labios. Si destruir un mundo para crear otro vale la pena. Mi duda persiste pues no encuentro un concepto válido, una emoción válida en esta realidad imperante donde lo banal se multiplica por cientos y en donde la intertextualidad se mezcla con la confusión, pero a la vez, estos tiempo son tiempos muy interesantes porque son tiempos en donde el mundo cambia y no sabemos la dirección que tomará, los modelos cambian con rapidez fascinante pero no se establecen vencedores. Estos tiempos son buenos tiempos para la sabiduría, para la reflexión, para la poesía intensa, atemporal, lúdica. Preguntará alguien si éstos son buenos tiempos, para qué machacarse los dedos, diré entonces: por que este clima lo propicia, el aturdimiento de los sentidos, la mala poesía que siempre ha existido.

La gran cultura de la humanidad ahora es la pobre cultura burguesa democrática, que si bien hace crecer naciones, es la que nos sume en la mayor ignorancia. ¿Existe otro método, otra forma de organización? Creo que la hay, tengo una percepción de que existe.

La poesía es el medio por el cuál busco.

3 de febrero de 2008

En memoria de José Rangel


Ahora quiero contar algo antes de que lo olvide, quiero escribirlo aquí por si acaso alguien lo lee. No sé si tenga lectores o no. No sé si esto sea importante para el mundo. Para mí lo es. Quiero contar algo que me dijo hace meses, o días, u horas, unos momentos tal vez, José Rangel Acosta. Uno de los últimos hombres que amaban de forma auténtica el campo, allá en San Juan de Retana. El iniciador del templo, que hoy se construye de forma perpetúa. El hombre que partió a los Estados Unidos durante 20 años y que más de alguno creyó que no regresaría. Hombre de excesos, también de contención y temple. Diestro en el billar, incluso más allá de su juventud. José Rangel, el hombre que jugaba por una bebida, que emprendía todo oficio por unos dólares. Alguna vez me dijo que nunca desestimará trabajo alguno, porque el hombre siempre debe fraternizar con otros hombres. También me enseñó que la familia siempre es primero. Ese hombre me contó anécdotas tan sorprendentes cuando me vio partir.
Hablo de mi abuelo, mi papá José, o pa'José, como le decíamos en vida. Ese hombre daba todo de sí para el templo local, ese lugar en donde dicen que no fue velado. Aún recuerdo cuando le pidieron tierra, cómo la gente le lanzó improperios y él no les dijo nada: sólo cedió las tierras. Cuando le pregunté por qué lo hizo, me dijo dos cosas: "Era para el templo" y "Dios dirá". Decía: "p'a que enojarse, eso hace daño". Tantas cosas que hoy recuerdo de golpe. Como dice Jorge Manrique: "cómo, después de acordado/ da dolor".

Tan lejos de él y no pude despedirme.

Mi abuelo falleció el pasado Miércoles y hasta hoy sábado me he enterado, descanse en paz.