22 de octubre de 2010

Todo lo que el silencio hace huir de las cosas

                                                                 Elegir es equivocarse
                                                                 Octavio Paz


J se da cuenta de que siempre estará solo. Sabe ahora mismo que algunos de su más cercanos le hablan sólo por un descarado interés. Lejos queda de su mirada la inocente verdad que inocente miraba. Ahora mira la podredumbre, el caos, las calles sucias y la resquebrajadura de los muros. Ahora mira con ojos cansinos al silencio que una vez más decidido lo circunda. Es increíble, piensa, que vuelva a padecer por absurdos motivos como el silencio. Esa razón lo tiene inquieto, le impide concentrarse, leer, escribir, ser el mismo. Sabe, incluso, o cree saber, que estará por siempre solo mientras la situación no mejore, mientras esas mismas circunstancias lo persigan, mientras él las persiga, y por eso le duelen los hechos. Está cansado y se cree un tonto. Tonto por creer en los mismos engaños, tonto por pensar todos los días en ella. Éstas líneas, por ejemplo, sólo revelan la ininterrumpida queja de un desmemoriado.  

18 de octubre de 2010

Todos los meses son Octubre

En la hoja la mirada se detiene un instante
Contempla la palabra del pasado
La palabra que esconde
El doloroso grito de las olas
Otra vez ha de mirar las estrellas
Ha de callar de nuevo
Esperando entender ese largo camino
Que siempre le señala
Bajo los muelles de la tarde sola.

[Anywhere, 18.10.10]

4 de octubre de 2010

La resaca del domingo o la blancura del techo


Esa nostalgia por aquello que se ha perdido 
y que se alcanza con la mirada
Luis Felipe Pérez

Domingo por la tarde. Miro el techo de mi habitación. Siempre que tengo resaca lo miro por horas o por días. Apenas ayer me encontraba sobrio, sin ningún problema, diciéndome a mí mismo que no volvería a la embriaguez. Me repetí constantemente que no volvería a beber más de la cuenta. Eso me dije mientras caminaba por la plaza. Pero no, corrí presuroso apenas escuché mi nombre y hoy resiento los excesos y miro el techo de la habitación y no duermo y no como. Me pongo metafísico.


A mí me gustaría conocer una vida en donde la duda no existiese, dijo B, una vida donde las cosas fueran claras desde el inicio y nadie tuviera que esconderse de nadie ni mentir a nadie ni darle la espalda a nadie. Me gustaría, en verdad, que la vida fuera así.

-A mí también, le contesto, a mí también.