30 de septiembre de 2009

disquisiciones provincianas

Estimado Pablo:


Hace tiempo que verdaderamente no me sentía tan deprimido por leer una revista, pero es que algunas veces preferiría no saber leer o perder la vista como me lo tienen sentenciado algunos oftalmólogos. ¡Vaya calamidad¡ Me dirán algunos amigos… por no decirme "exagerado", pero no, no es así, o al menos eso es lo que creo. Pero vamos por el comienzo. Hace dos días me encontré una revista que me habían recomendado, vamos, recomendado para publicar algún poema allí, luego de haberse enterado de "mi gusto por las poesías". Eso debió ponerme en alerta pero, como es usual, le presté poca importancia al asunto y esbocé una sonrisa y dije que sí, que me gustaría participar. Sin embargo hace dos días me encontré dicha revista y al comenzar a hojearla casi vomito, y no lo digo como metáfora o como una exageración, vaya, mis sentidos son muy sensibles. En dicha revista pulula la "razón", el "buen gusto", los ya sabidos temas en "contra del aborto" y demás cursilerías que las "gentes de buenas conciencias" se dignan a escribir y reparten entre sus amigos o entre las mansiones (para mansiones, en la provincia) donde viven sus amigos, etc. Poemas, es mucho decir hablar de poemas, mal cortados, mal estructurados y sobre todo, poemas que exaltan ese "bonito sentimiento" que sin duda (¿realmente alguien lo duda?) es el amor. El amor, entiéndase, entre un hombre y una mujer, no hablemos de barbaridades, nos dirán los editores de la bien amada publicación provincial.


Una cosa más, para variar en esta bonita provincia, hace dos semanas al pasar por el centro comunitario local miré un espectáculo de mimos. Me alegré, de veras, me alegré de ver dicho espectáculo, sobre todo en la comunidad. Pero mi asombro, ya se sabe, es limitado, pues después dos o tres segundos de estar ahí escuché decir a una de las marionetas que acompañaban a los mimos una frase exhortativa de alabanza a dios. No tengo nada en contra de la iglesia, en verdad, no lo tengo. Sin embargo, ¿cómo pueden permitir las autoridades que se use un espacio público, usar equipo público (sonido, mesas, sillas) para hacer proselitismo en favor de una religión? ¿No se supone que vivimos en una República laica? Cuando le pregunté a un par de amigos y otros familiares me tacharon, otra vez, de exagerado. Pero, vaya pues con la mojigateria local. Si un grupo religioso usa un espacio público para promocionarse, los demás grupos ¿no deberían tener el mismo derecho? ¡Ah! Pero se me olvida; los otros grupos no pueden porque no están en el poder o no están relacionados con el poder o, peor aún, porque no son reconocidos por el poder. Entonces, ¿dónde está la pluralidad? ¿dónde está la tan manida democracia de nuestra amada República?


Tu plural amigo
JA

27 de septiembre de 2009

Miseria de la Sabiduría


El sabio ignora lo trágico de la pasión y el temor a la muerte, de la misma manera que desconoce la fuerza y el riesgo, el heroísmo bárbaro, grotesco o sublime [...] No vive nada, no siente nada, no desea ni espera. Se complace en nivelar los diversos contenidos de la vida y asume todas sus consecuencias. Mucho más complejos me parecen aquellos seres que, a pesar de esa nivelación, no cesan sin embargo de atormentarse.

E. M. Cioran, En las cimas de la desesperación, Tusquets, México, 2009, p 153

16 de septiembre de 2009

Una representación

(Un café)

Primer Miembro del consejo (un poco molesto): -Manos a la Obra. Hay que trabajar en La Revista.

Segundo Miembro (mirando su reloj): -Desde ahora declaro que no he leído el material, pero me gustaría que aparecieran Fulano y Mengano en el primer número.

Primer Miembro: -Los que acepten la propuesta levanten la mano.

(Los demás Miembros levantan la mano con disgusto)

Segundo Miembro: -Señores, me retiro. Tengo cosas pendientes. (Se va)

Cuarto Miembro (furioso): -¿Ahora se va? Pues yo no estoy de acuerdo con su propuesta. Fulano y Mengano no deben ser incluidos en La Revista.

Tercer Miembro (fastidiado): -Imbécil, Fulano y Mengano son Miembros del Consejo. Deben ser incluidos. Sin embargo, Zutano no debe estar en La Revista. ¿Quién lo invitó?

(Terriblemente fastidiados los Miembros se miran entre sí)

Primer Miembro: -Yo lo invité. Es amigo. Escribe bien.

Tercer Miembro (Aún más fastidiado): -No me gustan los intrusos. Habrá que inmolarlo. Levanten la mano quienes apoyen mi propuesta.

(Los Miembros levantan la mano. Uno de ellos pide la cuenta)

Tercer Miembro (Repuesto): -Somos mayoría. Ahora vamos a otro sitio. Hay que celebrar nuestra presentación en sociedad.

(Se van, fatigados pero con la mirada satisfecha)