30 de noviembre de 2009

Érase una vez

Es una lástima no escribir ya con soltura,
venir desde tan lejos
y no encontrar las cosas en su lugar debido.
Es tan penoso remontar desconocidos muros
y no tener idea de lo lejano.

No es lo mismo escribir en una página.
La sensación de vacío no desaparece.
Hay fragmentos de olvido
en las escaleras de una iglesia.

En el desastre siempre los mismos actos,
las mismas palabras enloquecidas,
el fondo de todas las botellas.

2 comentarios:

Joaquin dijo...

Precioso el poema. Sartre asomando por alguna esquina. La tristeza de la incertidumbre.

José Antonio dijo...

Gracias por el halago, Joaquín.

Abrazos