14 de diciembre de 2007

Tentativas por construir una Poética

VI

Cuando somos impulsados por la emoción a escribir el poema las palabras se ordenan según el movimiento producido por esa emoción, en ese vaivén algunas imágenes se quedan en lo profundo y nunca llegan a la orilla debido a ésto. En la playa entonces tendremos cúmulos de arena que se deshacen. Así son las imágenes y sugerencias de los poemas dictados sólo por la emoción. No dudo que existan buenos poemas o excelentes poemas escritos en un estado emocional álgido pero en mi experiencia creo que si uno comienza a escribir en ese estado entonces debe hacer posible por que aparezca "el exceso de fuerzas" kafkiano y poder "objetivar" la emoción escribiendo y a la vez atendiendo el escrito de manera que se perciba "algo más", ese "algo más" es lo que hará que una vez dentro del oleaje se pueda navegar en él y pescar esas imágenes.

VII

El acto de escribir es un ejercicio de búsqueda. No sólo al pasado sino también búsqueda presente. Por medio de la escritura dialogamos con nosotros mismos, como tanto se ha dicho, proponiéndonos nuevos objetivos y refutando los que conocemos. La Poesía es un diálogo concentrado en cada verso y el ritmo inherente a él nos orienta en ese diálogo. Cada imagen contenida en el poema nos deslumbra con su aparición, en el asombro está contenido gran parte del diálogo.

En el poema converge la sospecha que somos algo más que sólo materia perecedera y la confianza en nosotros, en los actos que nos constituyen, actos que hablan por nosotros: actos que son nosotros, actos que son ser. En ese diálogo entre nosotros y el poema subyace otro diálogo, el poema mismo, el llevado a cabo por esos contrarios: sospecha y confianza. El poema avanza por la confianza, cuánta mayor sea ésta, mayores serán los pasos dados en el poema en su proceso de búsqueda, mas este avance es seguido con sospecha. Si sólo avanzáramos con confianza el poema se desvanecería, todo avance sería frágil y si sólo sospecháramos, nos quedaríamos en la inmanencia.

VIII

Tener confianza en que la divinidad está con nosotros entonces nos exige doblar fuerzas para realizar un esfuerzo mayor, casi heroico, mítico. Un esfuerzo fundante. El poeta debe tener está confianza, sentir que la Poesía le otorga ese don para ser audaz en las creaciones como el hombre de ciencia debe tener la confianza para eso externo a él le otorgue esa apreciación necesaria para sus grandes acciones y obtener conocimiento de ello. No existe pérdida en lo que se realiza con la confianza de lo externo.

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