20 de agosto de 2010

Proema, de Octavio Paz

    A veces la poesía es el vértigo de los cuerpos y el
vértigo de la dicha y el vértigo de la muerte;
    el paseo con los ojos cerrados al borde del despeñadero
y la verbena en los jardines submarinos;
    la risa que incendia los preceptos y los santos
mandamientos;
    el descenso de las palabras paracaídas sobre los
arenales de la página;
    la desesperación que se embarca en un barco de
papel y atraviesa,
    durante cuarenta noches y cuarenta días, el mar de
la angustia nocturna y el pedregal de la angustia diurna;
    la idolatría al yo y la execración al yo y la
disipación del yo;
    la degollación de los epítetos, el entierro de los espejos;
    la recolección de los pronombres acabados de cortar en el jardín
de Epicuro y en el de Netzahualcoyotl;
    el solo de flauta en la terraza de la memoria y el
baile de llamas en la cueva del pensamiento;
    las migraciones de miríadas de verbos, alas
y garras, semillas y manos;
    los substantivos óseos y llenos de raíces, plantados
en las ondulaciones del lenguaje;
    el amor a lo nunca visto y el amor a lo nunca oído
y el amor a lo nunca dicho: el amor al amor.

Sílabas, semillas.

Octavio Paz, Árbol adentro, Editorial Seix Barral, México, 1987

2 comentarios:

Joaquin dijo...

Qué frase tan hermosa: "La recolección de los pronombres acabados de cortar en el jardín". Sólo este verso vale todo un poema.
Gracias por traer a O Paz.
Abrazos.

Miguel Ángel Avilés dijo...

genial poema de Paz.. saludos!