3 de abril de 2011

Es domingo por la mañana y la resurrección no llega de golpe

Querido Pablo:

¿Qué podemos hacer después de las noticias que nos llegan? Me dices en tu carta del mes pasado que a pesar de todo somos mexicanos y debemos sentirnos felices de haber nacido en estas tierras ¿en serio lo crees? Me niego a aceptar esa respuesta tuya. Si tú te sientes orgulloso de vivir aquí, de ser mexicano, allá tú. Yo no le veo nada de especial el nacer en un lugar u otro. Nacer en muchas ocasiones es sólo un acto fortuito. Pero siempre queremos hacer apología del acto como si nacer fuera algo sagrado, como si el encuentro entre espermatozoide y óvulo fuera cosa de otro mundo.  
Pero no te ofendas de lo que digo. Tú eres feliz por haber nacido aquí. Eso dices. Aunque, mirándolo de otro modo, igual te hubieras sentido si hubieses nacido en una isla o en Marte, ¿no lo crees? ¡Feliz! Dices vivir plenamente ahora mismo, pero a mí me parece que cierras los ojos a lo que ocurre alrededor nuestro. ¿No vez las noticias, no escuchas la radio? ¿No te abruma el número de muertos  en lo que va del año? ¿No te abruma que contemos la cantidad de muertos y no pase nada? 
Ya te he contado lo ocurrido en diciembre del dos mil ocho: el cruel atentado que sufrieron unos oficiales al norte de la ciudad y todo lo que sucedió: persecuciones, asesinatos, violaciones y un interminable catálogo de atrocidades. Si tú te sientes feliz de vivir en México y no de vivir en un país árabe, como también lo expresas en tu carta, yo preferiría vivir en la luna. A veces me parece que no hablo contigo. Pero con esto no quiero decir que lo sucedido en Libia sea de menor importancia que lo que a nosotros nos tocó vivir. Lo que quiero decir es que no cierres los ojos a lo que pasa en tu "terruño", lo que sucede, pues, en el lugar en el que dices vivir alegremente, en plenitud. 
No, querido Pablo, abre los ojos y mira lo que sucede, mira la violencia desatada e incontrolable, irracional. No hay un verdadero motivo para la atrocidad que campea por las calles día a día. En este "destape" de pasiones todo se vuelve irracional, matemático, frío. Es tal el "exceso de realidad" que buscamos las respuestas en la ciencias duras olvidándonos de que ante todo somos hombres. Así la violencia toca todos los niveles económicos, todas las esferas de la sociedad. Y a diferencia de lo que sucede en Libia, nuestra sociedad se está desgarrando, desmoronando día a día. Allá, perdóname el arrebato romántico, allá tratan de construir otra nación combatiendo los excesos de su actual gobierno, pero acá no hay más propósito, o despropósito, que el delirio. Y en esto estamos todos. Los que cierran los ojos y los que vemos y no hacemos nada. 
No, mi querido amigo, vivir en una felicidad alucinante como la tuya es igual a vivir en el miedo. Y vivir en un clima de miedo, amigo mío, es no vivir. 

Con un enorme abrazo de felicidad
José Antonio