21 de agosto de 2008

Los Heraldos Negros, de César Vallejo

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivído
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!

César Vallejo, Antología Poética, Editorial EDAF; Madrid, 1999.

17 de agosto de 2008

Tentativas por construir una poética

XIV

La soledad es una cualidad que debe defender todo poeta, debe buscarla, instalarse en ella y fortalecerse y fortalecerla, no abandonarla sin que le importe cuales sean las consecuencias. El mundo siempre le será hostil puesto que al buscar la soledad a ultranza, se aleja de él, de la idea que se posee de él, y lo confronta como producto de esta desición con su observación detallada, intrínseca y contemplativa. Ser poeta es dar un salto a lo inconsistente para obtener forma en el mundo. Ser poeta es atrincherarse en su soledad, el verdadero poeta no debe cegar su empeño de cuestionar al mundo. El poeta como intelectual puede realizar alianzas con los poderosos, con los otros que le cuestionan su actitud, pero en dichos pactos debe conservar su visión crítica, debe poner en jaque lo dado por supuesto para ahondar en la naturaleza de las cosas y poder hablar apropiadamente de ellas. Y sobre todo, el poeta debe aceptar su condición. La única manera en que quizás el poeta sea moderno en esta sociedad mediatizada es, ser lo contrario a lo moderno.

13 de agosto de 2008

Tu Nombre, de Octavio Paz

Tu nombre

Nace de mí, de mi sombra,
amanece por mi piel,
alba de luz somnolienta,

Paloma brava tu nombre,
tímida sobre mi hombro.

Octavio Paz, Libertad bajo palabra, Ediciones Cátedra, 250, Madrid, 2005

10 de agosto de 2008

NN de Julio Espinosa Guerra

NN

i.

Un viejo que se muere
sin nombre sin memoria sin lenguaje
es Nada para Nadie

Toda humanidad
oculta en el signo mudo
que cuelga de su pie.

ii.

Letra repetida
reflejo errado
que en si misma
no dice nada

Letra repetida
nunca especular
que dice justo
lo que debe.

Julio Espinosa Guerra, NN, Gens Ediciones, Madrid 2007.

7 de agosto de 2008

Tránsito en el plenilunio

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar...
Antonio Machado


En el tránsito la vida se aleja
y vuelve a nosotros como el fulgor
que mes a mes nos arrebata
a la orilla de los ríos;
mas hoy, niego ese repique de las campanas
que al sonar hace volver
aquel mes de las espigas,
las procesiones por calles desahuciadas.

Mi memoria al tránsito se entrega
y no es la misma,
nunca la misma, afuera
no llueve más,
y no hay nadie,
nadie en los atrios,
nadie en las plazas,
nadie en la víspera
junto a los mezquites,
nadie en la fuente espera el plenilunio;
el tránsito continúa,
confunde mis convicciones,
las presencias que nos guían en la cercanía de los lagos;
cuesta abajo pedaleo por los jardines
y al girar en la esquina ando
por estas calles estrechas.

Durante esos días fijos en mi memoria
mi mirada es despojada
del color de los arenales.

En el alumbramiento de las olas
el tránsito viene a nosotros,
asoma sus ojos por las ramas de la Jacaranda
y los ojos son otros, éstos
no poseen la condición,
el color de antorchas estivales
olvidadas como lagunas dolorosas.

El tránsito nos cambia,
nos hace buscar
el canto en los ríos,
al hombre frente al ahuehuete,
aquella noche en que nos encontramos
solitarios frente a la inmensidad.

Tres veces al tránsito imploro
en la escritura del poema
y veo a la joven danzante
y vuelve la fascinación por los días:
yo también danzo
bajo el manto purpúreo;
esa súplica trueca la vida
en otra, la que siento en las ventanas
donde me asomo inquieto de tanto crepúsculo.

No quiero este movimiento telúrico
que dispersa recuerdos,
no deseo olvidar en el tránsito
las horas nocturnas,
mas estas se pierden
sin poder notarlas.

Un día el corazón apenas late
y al otro (ese otro inexorable),
ya no eres tú
el fuego de los campos,
la sombra de los árboles,
el dolor de las ausencias.

El tránsito te ha llevado consigo.

Madrid, España, 2008

2 de agosto de 2008

La Obra de un inspirado

Piedra de Sol es sin duda la obra de un inspirado, como dice Tomás Segovia, una obra "poco corregida" fruto de una inspiración, endecasílabos de un alto valor lírico. Eso lo compruebo hoy al escuchar el poema. Y creo que no debo cegar mis empeños, debo ir más allá, buscar un instante vivo como un pájaro, defender mi porción de tiempo y paraíso, recobrar mi herencia arrebatada por ladrones, volver al principio, romper amarras, romper las cintas y entrar al mundo, dejar de ser un fantasma condenado a cadena perpétua por  amos sin rostro de la meritocracia.