Tu carrera será penosa. Observo en ti algo que ofende al vulgo, y ese algo será motivo de que te persigan la envidia y la calumnia. Sea el que sea el puesto en que la Providencia tenga a bien colocarte, tus compañeros te odiarán, y si fingen lo contrario, será para venderte más sobre seguro. Contra ese contratiempo, no te cabe más que un remedio: a nadie recurras más que a Dios, que te dio, para castigo de tu presunción, esa necesidad de ser aborrecido. Sea pura y limpia tu conducta, que únicamente así conseguirás que, más pronto o más tarde, veas confundidos a tus enemigos.
Stendhal, Rojo y negro, cap XXIX
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