Lo único que queda entre las manos
es esta vaga forma de quererte:
apretar tu cuerpo contra el mío
y llenar el hueco insondable
oculto en mi pecho.
Y no sé más. Yo aspiro a tu compasión,
a que tu sola presencia alivie
este querer irresoluto
que pesa en mí como un ave
en el cielo azul de la mañana.
Irapuato, 27 de Diciembre 2009
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