Es sabido que los prejuicios detienen todo avance, pero, dentro de ellos, los que más arrastran son los derivados de cuestiones morales y religiosas. La mojigateria no nos permite trasgedir el verso, la idea luminosa que se presenta, tememos su pérfida luminosidad, Baudelaire nos hace temerle con sus satánicos versos, con su placer hierático en el beso de un tierno pecho. Y no se diga por ejemplo algunos de Cortázar, (ya no las ideas de Cortázar), que nos horroriza por su erotismo.
Otro tema es el religioso, no digo que sean malas las creencias, la poesía es un dogma, un acto de fe, sin embargo, ella misma ironiza sobre su actuar, poesía es la que ironiza sobre la poesia y la que no, todo y nada es poesía. En cambio, los dogmas que no aceptan nada se privan y privan del conocimiento de los otros a los otros. Abajo la calavera de los teatros.
Otro tema es el religioso, no digo que sean malas las creencias, la poesía es un dogma, un acto de fe, sin embargo, ella misma ironiza sobre su actuar, poesía es la que ironiza sobre la poesia y la que no, todo y nada es poesía. En cambio, los dogmas que no aceptan nada se privan y privan del conocimiento de los otros a los otros. Abajo la calavera de los teatros.
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