Garcilaso, que al bien siempre aspiraste,
y siempre con tal fuerza le seguiste,
que a pocos pasos que tras él corriste
en todo enteramente le alcanzaste;
dime: ¿por qué tras ti no me llevaste
cuando de esta mortal tierra partiste?
¿Por qué al subir a lo alto, que subiste,
acá en esta bajeza me dejaste?
Bien pienso yo que si poder tuvieras
de mudar algo lo que está ordenado,
en tal caso de mí no te olvidaras.
Que, o quisieras honrarme con tu lado,
o, al menos, de mí te despidieras,
o si esto no, después por mí tornaras.
Juan Boscán, La fuente, los destellos y la sombra: Antología de los siglos de oro, Alfaguara, México, 2002
2 comentarios:
No me convence el señor Boscán, un soneto demasiado tenso, con rimas fáciles a base de formas del pronombre personal.
Joaquin: Puede ser que las rimas a base de verbos sea lo más fácil. Sin embargo, ahí está la musicalidad de la "italiana forma" y, también, lo emotivo de los versos de Boscán.
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