Oh tormenta, el amor es el clima más inhóspito. Ante tu nombre resueno como el herido bronce de una campana. Desgarrados celajes, aterido horizonte, vago azul de los charcos que tachonan tu ausencia: así el amor me asedia como una tempestad. No estoy triste, amor, ningún rescoldo abrigo, no me preguntes nada. Sin apremio abro los ojos en esta lluvia silenciosa, donde luces perdidas diluyen su promesa. El recuerdo de tu voz relampaguea y me deslumbra; tu presencia como un viento glaciar me azota el rostro. Deténme, este viento me arrastra; mira girar como hojas muertas tanto lazos caídos de los que tú me despojas. Has dicho que me amas, tiemblo inerme y desnudo como un niño. Día tras día el alba naciente me encuentra herido de flaqueza. Todo me quema y destruye, has dicho que me amas.
Tomás Segovia, Poesía (1943-1997): Luz de Aquí, FCE, México, 2000
1 comentario:
José Antonio, este es otro bello poema amoroso en prosa. De connotaciones Rimbaunianas diría yo con pudor.
Pero me ha gustado mucho.
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