y entonces el profesor arrojó mi poema a la basura y, tiránico, me dijo: "Sé honesto". ¿Qué la poesía se nutre de honestidad?, le respondí. No lo creo, -insistí mordaz, existen tantos que escriben por vanidad, que escriben para tener un público cautivo, lo amordazan, no lo dejan pensar y, si se atreven, lo espolean para que los demás los miren como subversivos, dichos poetas son exitosos, por tanto, no, la poesía es sólo un juego de palabras.
y el profesor levanta la mano y me da una tunda con el borrador; lo miro con enojo por lo que continúa dándome con la regla: "¡tome!!tome!, !eduquése!,!piénse!".
Regreso a casa lleno de moretones, me escabullo rápido a mi habitación para que nadie me mire y me tiro en el suelo todo dolorido y duermo hasta tarde.
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