26 de julio de 2017

Cuando no hablo de literatura

No es necesario decir que este breve artículo no habla de literatura, aunque describa situaciones cotidianas, porque si habla de ella miente, y si no también.
Hace unos meses un tipo se regodeaba diciendo que las situaciones que yo escribía tenían poco acento literario, o no lo tenían. Pienso que en realidad quiso decirme que los artículos deben oler a Rosa Venus para ser literarios. O, tal vez, dice mi psicólogo de los viernes, quiso matar a su padre, demoler alguna influencia maligna en su desarrollo creativo.
Sea lo que quiso decir, el pagano fui yo, y sin ser un santón o un diablo, sino un apasionado a los tacos de bistec, terminé clavado a una cruz. El mentado verdugo, luego de haberme clavado sus espinas, se marchó por ahí, a un evento, me parece, y no lo he vuelto a ver, gracias a nuestro señor Baudelaire; aunque sé que anda haciendo fechorías típicas de un hipster, es decir, probablemente literarias, como me lo hizo saber aquella tarde de crucifixión.
En todo caso creo que su curiosidad, si puedo llamarle así, por saber si algo es literario o no, está justificada. Sería un horror que no lo fuera, porque, mirando las cosas sin tufillo alguno, cualquier asunto puede ser literatura. Las anécdotas de Don Luis, mi globero de toda la vida, son tan literarias como lo que escribe alguien que se piensa Fabrizio del Dongo...

17 de diciembre de 2016

No tengo la intención..., de Alejandro Aura

No tengo la intención
de ser feliz
pero amo a mi mujer,
adoro a mis amigos,
y la naturaleza,
las dos naturalezas
me hacen grande,
como un amante futuro,
antiguo y verdadero.
El presente me ama.
No tengo la intención
de ser feliz,
mi trabajo no me lo permite.

9 de diciembre de 2016

Actualizaciones


Uno

Hace muchísimo tiempo que no escribía en el blog. Comencé como una forma de ejercitar la escritura. Eran ejercicios que luego se convirtieron en otra cosa: tentativas teóricas, bocetos de poemas, afiches, poemas que me encontraba y que me gustaba releer. Dejé el blog por cumplir con otros compromisos, como la tesis, pero también por desidia. Había algo que no me dejaba escribir con tanta soltura como antes. No sé, tal vez se había terminado la llama, u olvidé esta forma de dialogar conmigo mismo, qué se yo. 

Dos

Hace dos semanas cumplí 34 años. Más o menos hace diez años quise emprender un sueño, que no sé muy bien si he cumplido o no. Sé que he resuelto algo de lo que proyecté, que me siento y veo muy diferente. Pero a diferencia de esos años, ya no sé si puedo ver el camino, si aún continúo en él. Tampoco sé si debo cambiar de rumbo, de ciudad, de trabajo, de todo, decía un amigo de Guadalajara. Lo fundamental es sacudirse, sentirse vivo todo el tiempo, decía. Algo de incertidumbre tengo. No sé si es miedo a los años, o un miedo menos abstracto y más tangible hacia el tiempo. 

Tres

Por fin salió publicado 'Río interior', mi verdadero primer libro, pienso. La edición es hermosa. Tiene tapas duras. Está a dos tintas y un dibujo poderoso ilustra la portada. Genial. De los poemas ya no sé. De algunos me siento muy lejano, mientras que otros todavía dicen cosas que no logro resolver. El libro es y no es autobiográfico, pues, responde a asuntos muy personales, que no necesariamente sucedieron. Eso lo sabe todo buen lector. Guillermo Sheridan dice que entre más personales son los poemas, menos privados son, es decir, son más públicos. Puede ser. Sin embargo, esa reflexión me inquieta desde que la leí, como si no la hubiera previsto, como si no la hubiera presentido. Más que miedo, es pudor lo que siento. 

Cuatro

Salí de vacaciones. Estuve en la playa unos días y me gustó la sensación, pero toda la bruma que traigo en la cabeza no me dejó disfrutar a totalidad. Hubo actividades que quise hacer y no hice. Hubo frases, poemas, que quise escribir y tampoco escribí. Pensé mucho. Eso sí. Disfruté lo más que pude, también. Pero el regreso es doloroso. Uno vuelve al ritmo cotidiano y el cuerpo lo resiente. Uno de pronto se da cuenta de que no vive en la temporalidad excepcional, donde los días son circulares como una naranja, y las emociones lo resienten. Recoge uno la emoción en donde estaba y se sabe sometido al tiempo, a los accidentes de siempre, al escrutinio, a la verba rabiosa, a la degradación climática y entonces no sé si la poesía pueda aún salvarme, porque desconozco cómo volver a un tiempo de excepción, pues parece que cuanto más me acerco a él, más distante se torna. 

Cinco

Pienso también en mis labores docentes. A pesar de que lo niego y digo que no me interesan en demasía, la verdad es que reflexiono mucho sobre ellas. Trato de cambiar los contenidos usuales para mostrar a los alumnos lo que a mí me emociona, lo que sé que puede emocionarlos. No salto de inmediato a los libros de 'chavos', no por malos, sino por que sé que los tienen al alcance y porque creo que una mirada a la tradición nunca sabe mal, o no debe saber mal. Pero hay algo, siempre ha habido algo en mi carácter que los aleja, que a veces los vuelve hostiles. No sé que sea, o tal vez sí, porque lucho siempre contra esa tendencia mía a la soledad, a hacerme como un armadillo, a dejarme caer en un mundo abisal y necesario para mi mitología. Tal vez eso no lo entiendan y tal vez me canso de hacerlos entender, de hacerme entender. Quizá sólo deba darle la espalda a todo eso y comenzar, o recomenzar por el principio, desde la soledad primordial, pues de pronto, como decía José Javier Villarreal, uno se sabe solo mientras más profundo cave en su pensamientos. Algo así dijo. 

Seis

Acá dejo la portada de 'Río interior'. Disponible pronto en las presentaciones, en la tienda on line de Ediciones Atrasalante,  y en sus librerías favoritas.